La pesca comercial y deportiva y el creciente tráfico marítimo sin regulación golpea, mutila y mata ejemplares cada año.

Las Mantarrayas Gigantes (Mobula birostris) son una de las especies más fascinantes que habitan en la Bahía de Banderas. Se les ve principalmente en el Sur pues ahí existe un cañón submarino de más de mil 500 metros de profundidad les provee alimento en ciertas temporadas del año, cuando llegan las surgencias, que son “corrientes marinas que suben todo el alimento que se encuentra en la profundidad a la superficie. Estos eventos generan grandes agregaciones de mantarrayas”, explica Aldo Zavala, biólogo marino y coordinador local del proyecto Manta Pacific Mexico.

Las Mantarrayas gigantes no son las únicas que aprovechan la disponibilidad de alimento de estos eventos. Al banquete de plancton y peces pequeños también acuden especies de importancia comercial y turística, como el pez dorado, el atún y el barracuda, lo que pone en riesgo a las Mantas: “Hemos encontrado ejemplares con heridas de pesca deportiva, principalmente. Los pescadores deportivos transitan por esta zona y ya sea por descuido o porque en realidad no les importa, pasan muy cerca de las Mantas y quedan con marcas de los señuelos en sus cuerpos”.

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La pesca incidental, un problema torcido

Aunque a largo plazo esto vulnera la supervivencia de las mantas, el mayor de los males es la pesca incidental: “Las Mantarrayas necesitan moverse constantemente para poder circular el agua por sus branquias y terminan muriendo cuando se enredan en las artes de pesca empleadas para atrapar grandes cantidades de pescado. 

Resolver la pesca incidental no es un asunto sencillo pues pone en entredicho el conocimiento ancestral de los pescadores. Organizaciones como Igualdad Animal cuestionan por ejemplo, la técnica de pesca con chinchorro pero sus campañas no tienen impacto en las comunidades pesqueras que lo interpretan como un intento por acabar con su cultura y forma de ganarse la vida. 

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Para Aldo, se trata de “un problema torcido, en el cual no hay culpables únicos; más bien se trata de una situación en la que chocan diferentes puntos de vista” por eso, desde Santa cruz California,donde estudia una maestría, ha comenzado a desarrollar un Plan de Ordenamiento Espacial Marítimo que combine información actualizada de la presencia de mantas y las áreas donde están trabajando los pescadores. La idea es crear un mapa de riesgo que permita una convivencia armónica entre los humanos y las especies marítimas, determinando temporadas y lugares donde es factible utilizar artes de pesca como el chinchorro.

El equipo de Manta Pacific México ha conversado ya con comunidades pesqueras del Sur de la Bahía y ellos han mostrado disposición pues atrapar involuntariamente especies protegidas tampoco les beneficia. “Es algo perjudicial para ellos pues sus artes de pesca cuestan mucho dinero y la mayoría solo tienen el sustento necesario para tener un par de redes. Una mantarraya enredada significa que tiene que reparar o cambiar sus redes”. El programa también les permitiría capacitarse en actividades ecoturísticas para tener fuentes de ingreso alternas cuando la pesca no sea buena.

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No hay regulación para el creciente tráfico marítimo

El creciente tráfico sin regulación también es un problema para las mantarrayas: “Cada año hay más empresas turísticas, embarcaciones privadas, más gente que se transporta de un punto a otro de la bahía y en realidad no hay lineamientos para este tipo de tránsito. Esto provoca que las mantarrayas presenten muchísimas heridas por golpes con embarcaciones, mutilaciones por las propelas de las pangas”. 

Para Aldo, la ausencia de estas normas tiene que ver con la desconexión que existe entre las instituciones y la realidad marítima: “Las leyes se hacen desde las oficinas y jamás se toma en cuenta la verdadera dinámica del recurso y por eso muchas de estas fallan en su aplicación”, por eso, este plan busca involucrar a la mayor cantidad de personas posibles, pues “la idea no es imponer sino diseñarlo en conjunto a través del diálogo para que pescadores, capitanes y prestadores de servicios turísticos den sus puntos de vista y preocupaciones, para crear un program de co manejo de la especie donde todos podamos funcionar en sincronía”.

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Animales traviesos e impredecibles

A diferencia de las ballenas, cuyas rutas se tienen identificadas y pueden avistarse a kilómetros de distancia, las Mantarrayas Gigantes son animales traviesos y dinámicos, por lo que es difícil definir rutas de avistamiento. “Se la pasan moviéndose por toda la bahía y de repente hay agregaciones

en puntos inesperados. Son muy sensibles a los cambios ambientales y cualquier efecto atmosférico y oceanográfico puede provocar que se agreguen en otros lugares o que aparezcan en otras temporadas, esto dificulta la actividad  de muchos pescadores».

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