El 1 de julio el gobierno municipal de Puerto Vallarta inauguró la temporada de desove 2021; el acto protocolario del ayuntamiento -en el que el alcalde interino Jorge Quintero aprendió a cavar un nido- llega tarde pues en realidad las tortugas marinas comenzaron a depositar sus huevos en las playas de la bahía desde finales de mayo.
Uno de los biólogos que se dedica a la conservación de tortugas desde hace 17 años y de quien omitiremos su nombre por razones de seguridad, cuenta que para esta temporada que culmina en diciembre, tan solo en las playas de la zona norte se esperan hasta 800 desoves.
“Hacemos recorridos nocturnos toda la noche, avistando a las tortugas hembras anidadoras en playa y reubicándolas a un vivero o a un corral de anidación para su debida protección. A veces tenemos hasta 50 desoves por noche”.
Como todos los años, los campamentos tortugueros tienen que hacer malabares con los pocos recursos disponibles para salvar a las tortugas marinas de la extinción. Aunque Vallarta ha sido reconocido por su programa municipal de Conservación de Tortugas Marinas, los recursos públicos que destina el ayuntamiento para este fin son prácticamente inexistentes, por lo que el verdadero mérito es para los voluntarios que patrullan día y noche las playas de la región, incluso a pie.
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“Ecología lo que ha hecho es tener estudiantes de biología los fines de semana, pero si hacen falta recursos económicos, equipamiento, porque andamos caminando”, tener cuatrimotos permitiría a los campamentos colectar y reubicar más nidos antes de que los alcance la marea, la fauna invasora o los traficantes, detalla el biólogo. También requieren más viveros pues los espacios que existen actualmente se saturan a partir de septiembre.
Voluntarios vs traficantes
Aunque hay 4 especies que desovan en Vallarta, la más común es la tortuga golfina que es la más pequeña de las especies que anidan en México. El principal factor que tiene a las tortugas marinas al borde de la extinción es el cambio climático, puntualiza el biólogo, pero la amenaza más palpable en la región es el consumo de huevos y carne de tortuga que a pesar de los esfuerzos no ha podido erradicarse.
Por lo que, también sin recursos, deben hacer frente a los traficantes sobre todo en las playas más alejadas de la franja turística como es la de Boca de Tomates que colinda con el Río Ameca y está rodeada de espesos manglares. Ahí le ha pasado de todo: “Me han correteado con pistola, con machetes, nos han amenazado de muerte y pues como tortugueros, no tenemos como defendernos, ahora sí que tratamos de proteger lo más que podamos cada noche, pero también puede ser algo peligroso”.
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