La Miconia vallartensis habita el bosque mesófilo de montaña, uno de los ecosistemas más diversos de México que sería trastocado por el nuevo libramiento vehicular, explica el botánico Dante Figueroa
Todos vienen y preguntan por la nueva carretera que promete conectar a Guadalajara con Puerto Vallarta en un trayecto de tan solo 2 horas. Sí suena a ensueño, la verdad, pero ¿cuánto le costará esto a la biodiversidad de la bahía?
A la comunidad científica le preocupa que estemos acercándonos demasiado al bosque mesófilo de la Bahía de Banderas, una zona que se ha mantenido a salvo durante muchos años. Aunque hay bosques mesófilos en muchas partes del país, el de esta región tiene condiciones únicas pues su altitud permite que se establezcan ensambles poco comunes de plantas. Ahí habita “el tipo de vegetación más diverso que puedes encontrar, por que esas condiciones (se ubica a 400 metros sobre el nivel del mar) no se encuentran en ninguna otra parte del país y por ende hay tantas cosas tan raras. No solo hay especies micro endémicas, también hay especies que quizá son un poco más comunes pero están protegidas por la NOM”, explica Dante Figueroa, un joven científico del Instituto de Biología de la UNAM que, junto con otros botánicos, ha explorado el frondoso sur de Puerto Vallarta desde el 2017.
Es una de las zonas más ricas de Jalisco en cuanto a diversidad, en cuanto a endemismos y nos preocupa bastante lo que está pasando con el libramiento.
En el Sur de Puerto Vallarta descubrieron la Miconia vallartensis, una pariente de las guayabas cuyo fruto es conocido localmente como pedorrillos. “En cuanto dimos con ella nos pareció algo raro y eventualmente vimos que era una especie que no se había registrado, no se conocía, no se le había puesto un nombre para la ciencia… porque la gente de ahí sí la conoce”, narró Dante en entrevista telefónica. Después de dos años de exploración se dieron cuenta de que “la especie está en una zona muy muy muy restringida, en un hábitat que es único en el occidente de México y simplemente ya por la reducción del área que habita ya está en peligro de extinción”.
Pero la conservación de la miconia vallartensis se interpone con los planes de desarrollo para la ciudad turística: “después nos dimos cuenta de que estaban pensando iniciar la construcción del libramiento y nos dio mucha preocupación porque no solo es la Miconia. En esta zona conviven otras especies que solo se conocen de ahí: como Magnolia vallartensis o Pinus vallartensis, casi 10 especies que están en esa zona, quizá no todas son endémicas pero sí sus poblaciones más grandes se encuentran ahí o se distribuyen quizá un poquito más hacia el norte y hacia el sur pero no más”.
Nos estamos acercando cada vez más a áreas naturales y de ese contacto resultan cosas como la pandemia.
Aunque algunos diarios aseguran que la obra está al 90% de avance, la realidad es que información pública sobre el proyecto es escasa; en julio de 2020 el grupo de botánicos obtuvo algunas pistas vía transparencia y la conclusión a la que llegaron fue que, aunque el tramo no pasa exactamente en las poblaciones de Miconia que ellos listaron, sí está muy cerca: “Y estamos dando por hecho que esas especies no habitan dentro del tramo carretero pero tampoco se ha explorado. El tramo pasa por algunos cañoncitos que parecen hábitat idóneo para algunas de ellas”. Además, más que el propio trazo, el temor está en la urbanización que detonará, lo cual sería una terrible noticia para la montaña. “Habría que preguntarnos si realmente vale la pena perder diversidad a costa de todo este desarrollo”, puntualiza Dante.
La diversidad está desapareciendo más rápido de lo que se puede conocer o describir y eso también es muy preocupante.
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